Biografia

Thomas Alva Edison

Inventor

(1847 - 1931)


Siendo el menor de siete hermanos, Thomas Alva Edison nació en Milan -una pequeña población en el estado de Ohio- el 11 de febrero de 1847. Milan era una localidad marginada por el ferrocarril en tiempos de la Revolución Industrial y, por ello, la familia Edison tuvo que emigrar a Port Huron (Michigan) donde el futuro genio asistiría por primera vez a la escuela. Precisamente, sería en Port Huron donde tuvo lugar un suceso determinante para el provenir del pequeño Thomas. A los tres meses de asistir al colegio el director le expulsó, alegando falta de interés y torpeza intelectual.

Gracias a la verdadera torpeza intelectual del director del colegio de Port Huron, Nancy Elliot, madre de Edison, tomaría las riendas de su educación. Nancy había ejercido como profesora en su etapa de soltera y consiguió inculcarle una de las lecciones más importantes y difíciles de su historia: despertar en él un afán de curiosidad sin límites, que le acompañaría hasta el final de sus días. En este sentido, a los diez años, Edison ya había montado un laboratorio en el sótano de su casa y daba sus primeros pasos en el ámbito de la química y la física. Fue aquí donde el pequeño inventor descubrió que su creatividad le podía servirle para ganarse la vida.

El joven Edison abandonó la casa de sus padres a los 16 años y dio varios palos de ciego hasta asentarse en la vida: trabajó en la línea de tren entre Port Huron y Detroit durante la Guerra de Secesión, fundó un periódico amateur -Weekly Herald-, fue telegrafista, etc. Asimismo, ciudades como Indianápolis, Cincinnati, Nashville y Memphis fueron testigos del paso de Edison en busca de la estabilidad hasta que en Boston abandonó su puesto de trabajo y, empujado por el libro del británico Michael Faraday Experimental Researches in Elctricity, decidió hacerse inventor autónomo.

En 1868 registró su primera patente. Se trataba de un contador eléctrico de votos para el Congreso de los Estados Unidos, pero los congresistas de la época calificaron su instrumento de “superfluo”. Debido a este otro incidente, Edison aprendería otra de las lecciones más determinantes en su carrera profesional: “Un invento, por encima de todo, debía ser necesario”.

Pero su desarrollo como inventor no llegaría hasta 1876, cuando se instaló en una granja deshabitada a las afueras de Nueva York, en Menlo Park, invirtiendo los ahorros que había ganado a lo largo de toda su vida por su fama de ‘arréglalo-todo’. “La fábrica de inventos”, como Thomas Edison nombró a su laboratorio, era su cuartel general y de allí salieron artefactos como el micrófono de gránulos de carbón (1876), la lámpara incandescente (1879) y el contador eléctrico (1886).

Una vez alcanza la fama, Edison mudó su diminuta “fábrica de inventos” en Menlo Park por un gran centro tecnológico, el Edison Laboratory, en West Orange (Nueva Jersey) donde llegarían a trabajar más de cinco mil personas. En este centro, el gran inventor dio luz a una nueva forma de producir cemento, algunas materias químicas, la separación electromagnética del hierro, y la fabricación de baterías y acumuladores para automóviles. No obstante, el gran invento de esta etapa fue el kinetoscopio (1891): una rudimentaria cámara de cine que albergaba un novedoso mecanismo para reproducir imágenes en movimiento.

El 18 de octubre de 1931, en West Orange, fallecía a causa de una arteriosclerosis que fue minando su salud poco a poco, dejando para la historia de la humanidad más de 1.000 inventos.

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