por: César Ramiro Cladera Gonzales www.cladera.org
Dante Alighieri, bautizado Durante di Alighiero degli Alighieri (Florencia, c. 29 de mayo de 1265-Rávena, 14 de septiembre de 1321). La Divina comedia, es una poesía épica, género literario que consiste en la narración en verso de las hazañas de los héroes. Tales hazañas constituyen un modelo de virtud, sean verdaderas o ficticias. La Divina comedia representa un compendio de la cultura y el conocimiento medieval, tanto en lo religioso como en lo filosófico, lo científico y lo moral.
Se encuentra perdido en medio de una selva oscura. Al amanecer, llega a una montaña iluminada, donde es asediado por tres animales simbólicos: un leopardo, un león y una loba. El alma de Virgilio, el poeta latino, acude en su auxilio y le hace saber que su amada Beatriz le ha encomendado llevarlo hasta las puertas del paraíso. Para eso, deberán pasar primero por el infierno y el purgatorio.
Dante y Virgilio pasan primero donde se encuentran los cobardes, a los que el escritor tilda de inútiles. Al llegar al río Aqueronte, los poetas se encuentran al barquero infernal, Caronte, que lleva las almas hasta la puerta del infierno. Sobre la puerta se lee la siguiente inscripción: ¡Oh, vosotros los que entráis, abandonad toda esperanza!
El primer círculo es el limbo o anteinfierno. En él se encuentran las almas que, aunque virtuosas, no conocieron a Cristo o no fueron bautizadas, incluido el propio Virgilio. Su pena es no poder gozar de los dones de la vida eterna. De él solo han sido liberados los patriarcas de Israel.
Reservado al pecado de lujuria, uno de los pecados capitales. Es Minos quien, desde la entrada, examina a las almas y determina el castigo. Allí se encuentra Francesca Rímini, una mujer noble de Italia que se hizo símbolo del adulterio y la lujuria tras su trágico final.
Reservado al pecado de la gula. Las almas sufren en un pantano infectado y la lluvia helada. En este círculo se encuentra el can Cerbero y Ciacco.
Reservado al pecado de la avaricia. Los despilfarradores también tienen un lugar en él. El lugar está presidido por Pluto, a quien el poeta representa como un demonio de la riqueza.
Reservado a los pecados de la pereza y la ira. Flegias, hijo del dios Ares y rey de los lápitas, es el barquero que lleva las almas por la laguna Estigia hasta la ciudad infernal de Dite. Los poetas se encuentran a Felipe Argenti, enemigo de Dante. Al verlos, los demonios encolerizan.
Se manifiestan las Furias de la torre de Dite y Medusa. Un ángel los socorre abriendo las puertas de la ciudad para avanzar al círculo de los incrédulos y heresiarcas, condenados a los sepulcros ardientes. Se encuentran a los nobles epicúreos Farinata degli Uberti, gibelino y adversario de Dante, y Cavalcante Cavalcanti, de la casa güelfa. Virgilio le explica al poeta los pecados según la escolástica.
Reservado a los violentos, entre quienes se cuenta a los tiranos. El guardián es el Minotauro de Creta. Los poetas son llevados por el centauro Neso a través de un río de sangre. El círculo se divide en tres aros o girones, según la gravedad del pecado: violentos contra el prójimo; violentos contra sí mismos (suicidas incluídos); y violentos contra Dios, la ley natural y el arte.
Reservado a los fraudulentos y seductores. Se divide en diez fosos circulares y concéntricos. Aquí se castiga a los rufianes, aduladores, cortesanas, practicantes de la simonía, adivinos e impostores, barateros (corruptos), hipócritas, ladrones, consejeros del fraude, cismáticos y promotores de discordia y, finalmente, falsificadores y alquimistas.
Reservado a los traidores. Los poetas se encuentran con los titanes y el gigante Anteo los lleva en brazos al último abismo. Está dividido en cuatro fosas distribuidas así: traidores a los parientes, a la patria, a sus comensales y a sus benefactores. En el centro se encuentra el mismo Lucifer. Desde allí, salen al otro hemisferio.
El purgatorio es el lugar del trasmundo donde las almas purifican sus pecados para poder aspirar al cielo. Esta idea, muy anclada en el imaginario medieval, es la que toma Dante. Por invocación de las Musas, el poeta llega a las orillas de la isla del purgatorio, ubicada en el hemisferio austral. Allí se encuentran a Catón de Útica, a quien Dante representa como el guardián de las aguas. Catón los prepara para el tránsito por el purgatorio.
Los poetas llegan al antepurgatorio en la barca impulsada por un ángel. Se encuentran el músico Casella y otras almas. Casella canta una canción del poeta. Al llegar Catón, les reprende y el grupo se dispersa. Los poetas notan la presencia de los conversos tardíos y de los excolmulgados por su contumacia (negligentes procrastinadores de la conversión, los muertos repentinamente y los muertos violentamente).
El paraíso de la Divina comedia está estructurado en nueve esferas, y las almas están distribuidas según la gracia alcanzada. Virgilio y Dante se separan. El poeta inicia con Beatriz el viaje hacia el empíreo, donde Dios habita.
La primera esfera es la Luna, cuyas manchas representan a aquellos que faltaron a los votos de castidad. Beatriz explica el valor de los votos antes Dios y qué puede hacer el alma para compensar su falta. Inicia el camino al segundo cielo donde, al llegar, lo alcanzan varios espíritus activos y benéficos.
El espíritu del emperador Justiniano le informa a Dante que en Mercurio están aquellos que dejaron grandes obras de acción o pensamiento para la posteridad. El poeta pregunta porqué Cristo decidió el destino de la cruz como salvación. Beatriz le expone la doctrina de la inmortalidad del alma y la resurrección.
La esfera tercera es Venus, destino de los amantes que lograron dominar su pasión. El poeta se encuentra a Carlos Martel, heredero del trono húngaro, quien expone dos casos contrarios en su propia familia. Luego, Fulco de Marsella que señala los pecados de Florencia, especialmente la avaricia del clero.
La cuarta esfera es el Sol, donde se encuentran los doctores en teología y filosofía. Ante las dudas que Dante manifiesta, los sabios responden y enseñan. Santo Tomás de Aquino aclara la superioridad de Adán y Jesucristo respecto de la sabiduría de Salomón. Le habla también de san Francisco de Asís. San Buenaventura elogia a Santo Domingo.
La quinta esfera es Marte. Está dedicada a los mártires de la cristiandad, tomados como guerreros de la fe. Las almas de los mártires son luces que se aglomeran formando una cruz. Beatriz elogia a los caídos en las cruzadas, y Dante se encuentra con su antepasado Cacciaguida, quien fue cruzado. Este predice el exilio de Dante.
Es la esfera dedicada a los buenos gobernantes, de los que Júpiter como dios de los dioses griegos, es la alegoría. Allí Dante se encuentra con los grandes jerarcas de la historia considerados justos, como Trajano, de quien una leyenda dice haberse convertido al cristianismo.
Saturno, la séptima esfera, es donde reposan los que hicieron vida contemplativa en la tierra. Allí conversan Dante y San Damián sobre la doctrina de la predestinación, el monacato y los malos religiosos. San Benedicto le expresa también su decepción frente al destino de su orden. Dante y Beatriz inician el paso a la octava esfera.
La octava esfera corresponde a las estrellas de la constelación de géminis, que simbolizan a la Iglesia militante. Allí, aparecen Jesucristo y la Virgen María, a cuya coronación asiste. Beatriz pide para Dante el don del entendimiento. San Pedro lo interroga sobre la fe; Santiago, sobre la esperanza, y san Juan evangelista sobre el amor. Dante sale victorioso.
El poeta atisba la luz de Dios, rodeado por nueve anillos de cortes celestiales. Beatriz le explica a Dante la correspondencia entre la creación y el mundo celeste, y son descritos los ángeles siguiendo las enseñanzas de San Dionisio.
Dante asciende, finalmente, al empíreo, un lugar más allá del mundo físico conocido, la verdadera morada de Dios. El poeta es envuelto en la luz y Beatriz se revestida de inusual belleza. Dante distingue una gran rosa mística, símbolo del amor divino, en la que las almas santas hallan su trono. Beatriz obtiene su lugar junto a Raquel. Dante será conducido en su tramo final por San Bernardo. La Santísima Trinidad se manifiesta a Dante en forma de tres círculos idénticos. Tras ser iluminado, Dante abre su entendimiento y comprende el misterio del amor divino.