César Ramiro Cladera Gonzales www.cladera.org
Cuenta una antiguo cuento chino que un hombre mayor tenía dos amores: su hijo y sus caballos de pura sangre.
Una noche un críado se dejo la puerta del establo abierta y el mejor caballo del hombre se escapó.
Era una gran perdida para él, y todos los vecinos de la aldea vinieron a darle consuelo y lamentar su mala suerte. Pero el hombre no estaba afectado y les dijo: “buena suerte o mala suerte, ¿quién sabe?”.
Una semana más tarde el pura sangre volvió acompañado de una yegua y de otros caballos de mucho valor.
Los vecinos fueron a visitar al viejo y le felicitaron por su buena suerte. De nuevo, el hombre no mostraba signos de una gran alegría, y repitió: “buena suerte o mala suerte, ¿quién sabe?”. Los vecinos se extrañaban de su comportamiento.
El hombre decidió aprovechar la llegada de los caballos salvajes y se dispuso a adiestrarlos con la ayuda de su hijo.
Pero uno de los caballos era muy rebelde y al intentar domarle, su hijo cayó y se fracturó una pierna.
Cuando vino el médico aseguró que siempre se quedaría cojo. Los vecinos otra vez se acercaron para darle consuelo al viejo, pero nuevamente repitió: “buena suerte o mala suerte, ¿quién sabe?”. Esta vez los vecinos ya le tomaron por loco.
Pasaron un par de años y estalló una guerra. Los soldados del rey vinieron al pueblo y obligaron a todos los hombres jóvenes válidos a enlistarse para ir a combatir un lejano y peligroso enemigo. El hijo del viejo se salvó por cojo
Los vecinos volvieron a sorprenderse de la suerte del viejo. Pero, ya sabéis lo que dijo el hombre…
No podemos quedarnos en la desesperación o la celebración de golpes de suerte. Porque una mala noticia puede ser la fuente de una gran oportunidad y una buena noticia puede esconder una amenaza tremenda.
Tenemos que valorar los eventos por lo que son, no darles más valor porque les percibamos como buenos o malos. Sobre todo, ¿para qué nos vamos a lamentar por eventos que no podíamos controlar? Y de la misma forma, ¿por qué alegrarse por un acontecimiento que no hemos favorecido?
Pero el viejo granjero demostró su perseverancia. Sabía que siempre existen oportunidades y amenazas. Lo importante para el emprendedor, en este caso el viejo granjero, es saber aprovecharse de las primeras y contrarrestar las segundas. Cuando el caballo volvió acompañado, el hombre decidió sacar partido a la oportunidad, y adiestró a los caballos. Más adelante, cuando su hijo cayó, llamó al médico para que lo curara. Cuando recibió malas noticias, no paró a lamentarse. Siguió, sabedor que con el tiempo vendría cosas mejores. Y cuando las cosas salían bien, no paró a celebrar. Siguió, porque sabía que vendrían tiempos peores. Por eso es una fábula de perseverancia.
La suerte es el acontecimiento circunstancial de la vida. Si estás preparado para la suerte buena suerte, si no estás preparado para la suerte mala suerte.