(Viena, 1924 - Zurich, 1994). Paul Karl Feyerabend fue un filósofo de la ciencia que a lo largo de su vida experimentó una evolución constante en su pensamiento, siempre con un alto grado de anarquismo y sentido crítico que lo llevaron a postular el anarquismo epistemológico. Sus trabajos, centrados en los campos de la lógica formal y el empirismo, se basaron en una crítica feroz de la violencia metodológica de las ciencias naturales y de las teorías empíricas; preconizó una nueva metodología científica, que él mismo calificó de anarquista y cuyo eje fundamental era la separación entre ciencia y Estado. Entre sus obras destacan Contra el método (1970), La ciencia en una sociedad libre (1978) y Adiós a la razón (1987).
Feyerabend hace una crítica de la lógica del método científico racionalista, de manera que un especialista acaba siendo sometida, fundamentándolo con un estudio detallado de episodios claves de la historia de la ciencia, donde hace valer una corriente en donde establece el “todo vale” exhortando al individuo hacerse cargo de su propia existencia, sin esperar la aprobación.
“La ciencia es una empresa esencialmente anarquista; el anarquismo teórico es más humanista y más adecuado para estimular el progreso que sus alternativas basadas en la ley y el orden”
Del que... se puede aprender con cuanta facilidad puede cualquiera resultar engañado por las simples apariencias o, digamos, por las impresiones de los propios sentidos.
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P. Feyeraben esta en contra de la idea de que existan estándares invariables de racionalidad en cualquier campo, incluido en el de la ciencia. Al establecer que no existen principios universales de racionalidad científica, el crecimiento del conocimiento es particular y diferente a cualquier fenómeno semejante, pero jamás igual, y es por ello que no sigue un camino detallado o prefijado. Sostiene que la ciencia es esencialmente una actividad anarquista y que un anarquismo teórico no solo es más realista y humanitario, sino que promueve mejor el progreso de la ciencia.
La ciencia no es mas que una de las tantas formas de reflexión sobre la realidad que el hombre ha desarrollado. Pero antes de aceptarla incondicionalmente deberían examinarse las ventajas y desventajas y compararse con otras formas de pensamiento.
Reflexionando que al establecer un conocimiento como única verdad, no estaría en función de un mejor avance, si no un método de control.
Con su anarquismo epistemológico, fundamentado en audaces planteamientos enfrentados directamente a la ortodoxia filosófica de su tiempo, demostró cómo era plausible elaborar, no sólo un modelo teórico de la ciencia, sino mejor aún, como participar de una alternativa personal para motivarla, para comprenderla; más humana y digna para todos.
¿Será posible entender el desarrollo de los avances científicos, esa rigurosa trayectoria de descubrimientos teóricos y tecnológicos, como si fuese más bien una azarosa ruta de inspiraciones poéticas o artísticas? ¿La teoría de la evolución de Darwin, cual si fuese un cuadro de Botticelli? ¿Los planteamientos de la física cuántica como un soneto amoroso de Shakespeare?
Feyerabend, sugiere que todos los métodos sirven según el propósito y las circunstancias, niega en exista un método valido para todo propósito y toda circunstancia, porque los resultados de la ciencia no se obtienen al modo de una conclusión silogística como quieren los formalistas ni tampoco el científico es un sumiso peón que obedece.
Feyerabend afirma que la razón y la práctica no son dos realidades distintas, sino partes de un único proceso dialéctico; y que la ciencia no debe estar regida siempre a reglas es más nos dice que la ciencia debe guiarse por la crítica sustentada, la tolerancia a las inconsistencias y la absoluta libertad que son las mejores herramientas para lograr que una ciencia sea realmente productiva.
Para Feyerabend, la ortodoxia científica y el arte; el método científico y los discursos mítico-mágicos, tienen más en común de lo que los defensores de la idea de progreso están dispuestos a aceptar. Feyerabend pondera que la ciencia no es más que una de las tantas formas de expresión y comunicación que los seres humanos han concebido, y que por cierto, no es en definitiva, la mejor, ni la más conveniente en todos los casos. Hay que evaluar su pertinencia, sus provechos y sus consecuencias, enriquecerla con otros modos de pensamiento diferentes en cada ocasión.