Así como el escritor Gabriel García Márquez escribía su novela en 1981 titulada “Crónica de una muerte anunciada” sabiendo que el joven Naser tenía que morir a manos de los gemelos Vicario, “Nunca hubo una muerte tan anunciada”, el crimen es tan publico pero es inevitable, así para la ONU es un dolor de cabeza cada vez que va a realizar una Cumbre y hablar acerca de la pobreza, donde 1,300 millones de personas viven por debajo de la línea de pobreza.
Ciertamente, la pobreza mundial forma parte del subconsciente colectivo permanente que, generación tras generación convive, independientemente de ciclos de bonanza o ciclos de crisis, con el hambre en
Los países desarrollados se comprometen a “ayudar” a los países más pobres contemplando políticas de cesión de fondos mientras que se incrementa la necesidad de abrir las puertas de acceso y conocimientos a las nuevas tecnologías de los países en desarrollo a fin de incrementar los niveles de productividad en sus sectores productivos. No faltan las comparaciones destinadas a despertar de su letargo a las economías desarrolladas, comparaciones que las generaciones actuales no pueden dimensionar por lo reducido de sus experiencias de vida; algunas, ciertamente inquietantes como que el número de niños que mueren de hambre cada año es igual que el número de fallecimientos producido por 50 bombas como la lanzada en Hiroshima, terrible sin duda, pero la pobreza y sus muertos forma parte de la realidad del mundo hasta el punto de convivir con ello sin que ya, ni tan siquiera, sea una noticia. Lo peor es que las sociedades de los países mas empobrecidos tienen muchas tierras fértiles, así muchos estudios han demostrado que el desarrollo agroindustrial no es para consumo interno sino mas bien para ser exportado, es por esa razón que la gente del mismo país no tiene nada que comer, es por esta razón que se ve la marginalidad del individuo, donde se concentran los capitales solo para pocos. Los países pobres podemos dar con la clave del por qué la pobreza mundial no será jamás erradicada, de nuevo nos encontramos ante la inherente ambición del ser humano aunque sea en contra de otro ser humano y, sin ánimo de caer en demagogia, no queda más remedio que retrotraernos a nuestra condición animal, el más grande se come al más chico por una cuestión de supervivencia, aunque en el caso de la pobreza, el hambre en el mundo y los niños que mueren cada segundo, estamos ante un animal muy despiadado en el que el ciclo de la vida no se lleva a cabo por supervivencia, sino por dinero. Esto me trae a la mente lo que ya había propuesto Thomas Hobbes en su libro “El Leviatán” el año 1651 donde afirma que en el “estado de naturaleza” el hombre vive una guerra de todos contra todos. “El hombre es un lobo para el hombre.” Pero, al mismo tiempo, este mismo hombre, incluso en el estado de naturaleza, sigue siendo un ser racional y tiende a superar el desorden y la inseguridad. Con el fin de lograr su seguridad y superar el peligro que el estado de naturaleza implica, los individuos ceden sus derechos en favor de un tercero, surgido de este contrato: el Estado o la República (también llamado “Leviatán”). Para que este acto tenga sentido, la sesión de derechos al Estado debe ser definitiva. Así los marginados, los pobres ceden sus derechos a favor de los que tienen mayores recursos, así son utilizados para surgir y emanciparse en el poder, posteriormente ser utilizados y excluidos al final. Cuando Hirschberger comentaba sobre el Estado de Hobbes dice que este viene a ser un hacinamiento de poder resultante del egoísmo colectivo. Y eso es lo que esta sucediendo en el Mundo, pobres, marginados no solo en países empobrecidos sino también en países de primer mundo, donde sucumben a la pobreza, marginalidad, miseria y hambre. Se calcula que la población mundial crecerá desde los 7,000 millones actuales a 9,000 millones para el 2050. El planeta necesitará mucha más agua, alimentos y energía en los próximos años. Hay que hacer algo para salvar el aire, los bosques y las selvas. El modelo económico que postula “crecer ahora, limpiar después” no es justo, ni viable. Me resultó difícil llegar a la conclusión de que la megaconferencia Río+20, convocada por las Naciones Unidas, está invirtiendo demasiado tiempo en castigar a los contaminadores, y poco en incentivar a los innovadores para que descubran nuevas tecnologías que resuelvan los problemas o creen una Nueva Economía que sea capaz de resolver los problemas mundiales. Los políticos están concentrados en el corto plazo, y emplean un pensamiento lineal, con puntos de vista basados en la escasez, y típicamente basados en el miedo. 20 años han pasado, donde no se ha solucionado los problemas mundiales, el rumbo que debería tener la economía mundial debe cambiar y la ONU debe realizar concursos mundiales donde cada ciudadano sea capaz de aportar a la solución. Así es como construiremos “El futuro que queremos”.
Kumiko Carol Horizons Quiroga
12/11/2022, 21:54:33El hambre aumenta en los países subdesarrollados debido a que a pesar de tener tierras fértiles para plantar estas son utilizadas para exportar a países desarrollados. Es ahí donde radica el problema por que sembramos, no para nosotros, si no para otros, la desigualdad cada día nos afecta mas haciendo que solamente personas con dinero logren tenerlo todo y los pobres se queden con nada